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  • Foto del escritorGüeyitas 2018

Mi experiencia adoptando a un gato callejero durante 4 días (Por Emilio Insua)

Este pequeño viaje comenzó a partir del 27 de Abril a las 8pm, donde fui junto a mi compañera Kelly Rivera (parte del grupo del PAP), al domicilio de un contacto suyo donde se encontraba la gata que iba a adoptar.


Ashi, mi gata adoptada

De color crema, café y negro, muy peluda y hermosa cola, esta gata de un año de edad me recordó mucho a mi antigua gata. Ella vivió durante 14 largos años con mi familia, siendo muy apegada a mi hermana mayor Daniela y mi padre. A los demás sólo los veía como compañeros de hogar y a mí solo se me acercaba si tenía comida a la mano o ella se encontrara “lunada” (muy curioso por cierto, siendo el único hijo varón).

Honestamente, no sabía que esperar y me encontraba nervioso porque no me sentía (y aún siento en menor medida) capacitado para entender y educar nuevamente a otra gata en el hogar. Aunque para mi suerte, fue completamente diferente esta ocasión. Decidí llamarla Ashi (nombre de uno de los personajes de la serie animada Samurai Jack), tiene una personalidad dócil y es muy cariñosa (está vacunada y esterilizada, todo en una plantilla certificada). Ella comenzó a crear un vínculo conmigo al manifestar su cariño en mí.

Para todo esto, Kelly me ayudó comprando los elementos básicos como comida y arena para gato, mientra que yo tuve que improvisar una caja de arena para gato y conseguir diferentes platos para su agua y croquetas. Afortunadamente, no fue mucho problema, y pude encontrar un peluche y una soga para los momentos que ella quiera jugar.

Ya los primeros minutos de Ashi dentro de mi domicilio fueron tensos, puesto que mis padres estaban en el piso de arriba y no tenían remota idea de la noticia y mi nueva compañera que estaba aterrada por desconocer su nuevo hogar. A mis padres no les gustó la idea de adoptar una gata pero me permitieron tenerla temporalmente a Ashi por motivos académicos (Investigación del PAP).

Poco a poco, Ashi se fue calmando y exploró el sitio para familiarizarse con el entorno y entender que estaba ocurriendo. Tuve que acompañarla toda la noche, estando dentro de mi cuarto, puesto que durante aquella noche estaba aún confundida. Que bueno que su naturaleza dócil y mi compañía junto a unas cuantas suaves caricias calmaron su acelerado y preocupado corazoncito.

Después de un largo día

El día siguiente fue otra experiencia, ya que mis padres y mi hermana Cristina (segunda hermana, siendo tres hijos en total) irían a la playa a pasar el feriado, pero tuvieron un pequeño inconveniente que atrasó su salida. Tuvieron que cambiar las chapas de las dos puertas principales, debido a que mi hermana perdió sus llaves, todo esto por motivos de seguridad.


Ashi desapareció numerosas veces durante el cambio de chapas (al parecer se asusta fácilmente con los sonidos fuertes), en un parpadear de ojos tal cual como ninja se esfumó de mi vista y la de mis padres. Después de varios minutos, la encontramos debajo de uno de los muebles, con los ojos dilatados y en completo silencio. Decidí esperar cerca de ella hasta que se calme y se sienta segura de andar por la casa.

Mis padres me advirtieron en cerrar sus cuartos y ventanas en caso que Ashi quiera salir o invadir sus habitaciones, evitando un posible desorden o “regalito” dentro de sus recámaras. Tenía que estar atento que no se subiera a los muebles de la sala o estudio, siendo una gata con mucho pelaje y garras largas, puede causar desorden. Sin embargo, a lo largo del día, no causó ninguna catástrofe dentro de mi hogar. Incluso era tan obediente que jamás hizo sus necesidades fuera de la caja de arena o rompió algún objeto de la sala. Ashi no tuvo ningún problema quedándose sola, pues numerosas veces tuve que dejar el domicilio para ayudar a mi abuela durante el feriado. Siempre que regresaba y me acercaba a ella, Ashi con mucha confianza se dejaba o pedía ser acariciada.

Más tranquila y sin preocupaciones

Aunque mi actividad personal durante este feriado fue muy baja, puedo decir personalmente que la disfrute estando con mi nueva compañera. Espero firmemente que la opinión de mis padres cambie, pues ya no soy un niño pequeño y puedo encargarme de las necesidades de la tierna Ashi. Incluso mi hermana Cristina se había comprometido previamente a ayudarme en sus cuidados y gastos gatunos.

Finalmente, quiero comentar que esta experiencia fue única y revivió una parte dentro que mí que los animales rescatan al recibir cariño y atención. Tengo aún mucho que aprender, pero será beneficioso para el progreso y el bien del proyecto Güeyitas.

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